miércoles, 19 de octubre de 2011

Sábado, 15 de octubre, por Suárez

Ruta: Almonte, Hinojos, Vado del Quema, Escuela de Seguridad Pública, Aeródromo la Juliana, San Juan de Aznalfarache, Castilleja de la Cuesta, Bormujos, Bollullos de la Mitación, Aznalcázar, Pilas, Hinojos, Almonte.

Hoy hemos salido Martín y yo, Suárez. Escasa convocatoria si tenemos en cuenta las últimas citas. Pero todo tiene su explicación. El viernes nos enteramos que, desde la tarde del jueves, nuestro amigo Gonzalo estaba ingresado en el Hospital Nisa de Castilleja de la Cuesta. Nada importante, en principio, pero que exigía la realización de distintas pruebas y estudios. Manolo me avisó por la mañana de que no se encontraba bien y que prefería no salir. Miguel Ángel estaba de viaje por la Sierra de Huelva con su familia, chinita incluida. Y Dani tenía servicio de protección civil.

En la gasolinera nos planteamos dos opciones: la de hacer la ruta por La Peñuela y Candón o tirar para Sevilla a visitar a Gonzalo. Al final decidimos -porque realmente era lo que nos apetecía- ir a Sevilla. Para allá, iríamos por camino y, para acá, por la carretera de los pueblos, ya que suponíamos que, por una cuestión de tiempo, la vuelta debería ser rápida.

Y así lo hicimos. Tiramos para Hinojos por Los Huertecillos; enlazamos por carretera con el Camino de Villamanrique que nos lleva hasta el Vado del Quema, sitio en el que nunca había estado Martín y en el que paramos para fumarnos el primer cigarrillo; desde allí, hasta la Escuela de Seguridad Pública en los pinares de Aznalcázar; y bordeando el pinar, salimos al Cordel de Triana.

A eso de las 10’45, llegamos al Aeródromo de la Juliana, donde nos tomamos el café de rigor y tuvimos oportunidad de presenciar el despegue y aterrizaje de varias avionetas, y el vuelo en paracaídas de los alumnos de algún curso de paracaidismo de los que se imparten en dichas instalaciones.

Con el café en el estómago y el humo en los pulmones, iniciamos el tramo final del camino hasta San Juan de Aznalfarache. Como siempre, nos cruzamos con ciclistas, paseantes, jinetes, rocieros… compartimos nuevamente la impresión de que era éste, sin duda, el camino más animado de los que transitamos en nuestras rutas.

Al llegar a San Juan, buscamos la salida a Castilleja de la Cuesta por el entramado urbano continuo que forman los pueblos adosados del Aljarafe sevillano, tomando como referencia las torres altas de Nueva Sevilla que, de vez en cuando, aparecían en el horizonte. Teníamos que llegar hasta una rotonda de Castilleja desde la que Martín podría orientarse para llegar al Hospital, en el que ya anteriormente había estado con Gonzalo. Y así fue.

Llegamos al Hospital, nos sacudimos un poco el polvo y con todos los “arreos” entramos hasta llegar a la habitación. Allí estaba en muchacho sentado sobre la cama viendo un poco la televisión. ¡¡Sorpresa!!. Dejamos los chismes sobre la mesa, empezamos por el correspondiente informe médico y estuvimos charlando hasta la hora prevista de salida. El hospital era como un hotel de lujo: habitaciones individuales, baño completo y moderno, sofá-cama, televisión plana, amplios salones exteriores con sofás y sillones… “Iros ya que se os va a hacer tarde”, insistía Gonzalo.




La vuelta la hicimos por los pueblos, parando en Aznalcázar para refrigerar un poco las máquinas y los cuerpos: una cervecita con una tapita de carne con tomate, obsequio de la casa. Un poco de charla y a casa. Llegamos sobre las 2’10 de la tarde.







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